miércoles, 9 de mayo de 2012

LA ARMONIA INVISIBLE DE LAS COSAS


Ismael Bonilla 11-02.  Colegio Francisco de Paula Santander IED J.T.
Grupo de ciencias: Maestros de la ciencia 

Línea de Investigación: Historia de la Ciencia  J.T.

Docente encargado: Armando Herrera Químico UN




LA ARMONIA INVISIBLE DE LAS COSAS

DEL FUEGO COMO EL PRINCIPIO DE LAS COSAS

En mi concepto, el fuego  es un objeto de estudio  relativo y subjetivo, sin embargo,   algunos  científicos y filósofos, dan al fuego un carácter superlativo:

“El principio de las cosas y de la vida misma”

Podemos ver al fuego como un símbolo de equilibrio vital, lo relacionamos con  el sol, el centro de nuestro sistema planetario.
Esta mirada, puede convertirse en dogma, algunos conceptos y teorías, científicas, filosóficas y teológicas,  se basan en ideas y constructos irrefutables, crean y reconstruyen teorías (por ejemplo  el origen de la vida), queriendo llegar siempre a una verdad absoluta.
A lo largo de la historia,  hombres como Heráclito de Éfeso (filosofo grecorromano) asumieron el fuego como principio, aunque cabe anotar, que su visión se asociaba al movimiento, como un cambio constante del mundo,  todo se transforma continuamente,  nacimiento y destrucción, un ciclo interminable, que me lleva a pensar, en una de las leyes de la termodinámica actual.
“La energía no se crea ni se destruye tan solo se transforma”.
Para Heráclito, el universo estaba constituido por el fuego (sol) a su alrededor se encontraban nueve cuerpos esféricos perfectos (planetas), un conjunto de 10 elementos (el número perfecto), Sin embargo, también se planteaba la idea que, existiría además otro cuerpo esférico, oculto por nuestro planeta, llamado "antitierra".

Heráclito es nombrado en la obra inmortal de Lucrecio[1] Rerum Natura (SOBRE LA NATURALEZA DE LAS COSAS)

[REFUTACION DE HERACLITO]

Y por esta razón los que creyeron
que el fuego era el origen de las cosas,
en un error grosero han incurrido.
Esta opinión Heráclito defiende
como primer caudillo, celebrado

por su oscuro lenguaje por los griegos
superficiales, más que los sabios
que buscan la verdad: porque los necios
aman y admiran mas lo que está envuelto
en misteriosos términos; su oreja
suavemente puede ser herida
y embelesada con gracioso ruido:
y el dulce halago a la verdad prefieren.

A Heráclito pregunto: ¿de qué modo
podrían existir tan varias cosas
si del fuego purísimo nacieran?.
Rarificar o condensar el fuego
de nada serviría, si sus partes
se compusiesen de la misma esencia
que tiene todo el fuego: reunidos
los elementos, fuego más activo
tendremos, y más flojo separados:
bien condensemos o rarifiquemos
el fuego, como habemos ya probado,
no se pueden formar cuerpos distintos.

Y si éstos reconocen el vacío,
enrarecer y condensar el fuego
podrán; pero se quedan en silencio
viendo se contradicen a sí mismos,
y evitan admitir puro vacío;
y mientras huyen las dificultades
se apartan del camino verdadero.
El vacío quitado, no reparan
que debe condensarse todo cuerpo,
y no formar mas que uno, cuyas partes
condensadas no pueden escaparse
como el calor y luz arroja el fuego:
luego de partes densas no se forman.

Porque si en defender ellos se obstinan
se apagan y se mudan, a la nada

el fuego elemental reducirían,
y todo nacería de la nada;
no puede un cuerpo transmitir su esencia
sin que deje de ser lo que antes era.
Deben, pues, conservar los elementos
del fuego aquella su naturaleza,
para que ni los cuerpos se aniquilen
ni   el gran todo   renazca de la nada.

Mas aunque existen en naturaleza
algunos cuerpos de inmutable esencia,
que con aumentos o disminuciones
y con combinaciones diferentes
hacen cambiar la esencia de los cuerpos,
no son éstos corpúsculos de fuego.
Añadir o quitar no importaría,
ni cambiarles el orden, pues de fuego
tendrían todos la naturaleza,
y del fuego los cuerpos se engendraran.

Así es como yo pienso que se forman:
existen ciertos cuerpos, cuyo encuentro,
figura, situación y movimiento
y orden forman el fuego; trastornados,
su esencia mudan. Estos elementos
ni son fuego, ni otra cosa alguna
que pueda enviar cuerpos al sentido
y palparlos el tacto si se arriman.

Decir que todo lo compone el fuego,
y que éste es el principio de las cosas,
que es lo mismo que Heráclito establece,
me parece locura consumada.
Ataca los sentidos por sí mismos,
los destruye y nos roba la creencia
que pende de los mismos por los cuales
el fuego conoció, pues se persuade
que conocen el fuego los sentidos,
y lo demás no cree que es tan claro;
muy necio y delirante me parece.
¿Adónde la verdad encontraremos?
¿Quién mejor que el sentido puede hacernos

lo falso distinguir y verdadero?.
¿Por qué, pues, quitará alguno los cuerpos,
dejando por principio sólo el fuego,
o quitándole a éste su existencia,
los demás cuerpos dejará tan solo?.
Uno y otro parece igual delirio.

Este hermoso poema, (aunque confuso y lleno de metáforas), refleja el pensamiento no solo de Heráclito, también de Lucrecio, cabe anotar que el término vacío, hacía referencia para los atomistas, al espacio en el cual se movían los átomos.
Debido a su lenguaje confuso y su condición de misántropo (Persona que odia  la sociedad),  Heráclito fue llamado "el oscuro",  además en sus obras,  juzgaba y recriminaba las aptitudes del ser humano, la forma en que las personas vivían,  relegadas en su propio mundo, incapaces de ver la realidad, escuchar o hablar.
El pensamiento griego es muy interesante aunque complejo, su forma de razonar nos llevan a mundos reales y metafísicos, y así como el fuego fue considerado como el principio de las cosas, otros pensadores de corte sustancialista, le dieron importancia a la interacción entre 4 elementos (fuego, agua, aire y tierra).
Quiero rescatar del pensamiento de Heráclito, su visión de la armonía invisible de las cosas,  
“lo contradictorio no se separa se complementa”.


[1] Un Epicureísta, seguidor del atomismo