Docente encargado: Armando Herrera Químico UN
LA ARMONIA INVISIBLE DE LAS COSAS
DEL FUEGO COMO EL PRINCIPIO DE LAS COSAS
En mi concepto, el fuego es un objeto de estudio relativo y subjetivo, sin embargo, algunos
científicos y filósofos, dan al fuego un carácter superlativo:
“El principio de las cosas y de la
vida misma”
Podemos ver al fuego como un símbolo
de equilibrio vital, lo relacionamos con
el sol, el centro de nuestro sistema planetario.
Esta mirada, puede convertirse en
dogma, algunos conceptos y teorías, científicas, filosóficas y teológicas, se basan en ideas y constructos irrefutables,
crean y reconstruyen teorías (por ejemplo
el origen de la vida), queriendo llegar siempre a una verdad absoluta.
A lo largo de la historia, hombres como Heráclito de Éfeso (filosofo
grecorromano) asumieron el fuego como principio, aunque cabe anotar, que su
visión se asociaba al movimiento, como un cambio constante del mundo, todo se transforma continuamente, nacimiento y destrucción, un ciclo
interminable, que me lleva a pensar, en una de las leyes de la termodinámica
actual.
“La energía no se crea ni se destruye
tan solo se transforma”.
Para Heráclito, el universo estaba
constituido por el fuego (sol) a su alrededor se encontraban nueve cuerpos esféricos
perfectos (planetas), un conjunto de 10 elementos (el número perfecto), Sin
embargo, también se planteaba la idea que, existiría además otro cuerpo esférico,
oculto por nuestro planeta, llamado "antitierra".
Heráclito es nombrado en la obra
inmortal de Lucrecio Rerum
Natura (SOBRE LA NATURALEZA DE LAS COSAS)
[REFUTACION DE HERACLITO]
Y por esta razón los que creyeron
que el fuego era el origen de las
cosas,
en un error grosero han incurrido.
Esta opinión Heráclito defiende
como primer caudillo, celebrado
por su oscuro lenguaje por los griegos
superficiales, más que los sabios
que buscan la verdad: porque los
necios
aman y admiran mas lo que está
envuelto
en misteriosos términos; su oreja
suavemente puede ser herida
y embelesada con gracioso ruido:
y el dulce halago a la verdad
prefieren.
A Heráclito pregunto: ¿de qué modo
podrían existir tan varias cosas
si del fuego purísimo nacieran?.
Rarificar o condensar el fuego
de nada serviría, si sus partes
se compusiesen de la misma esencia
que tiene todo el fuego: reunidos
los elementos, fuego más activo
tendremos, y más flojo separados:
bien condensemos o rarifiquemos
el fuego, como habemos ya probado,
no se pueden formar cuerpos distintos.
Y si éstos reconocen el vacío,
enrarecer y condensar el fuego
podrán; pero se quedan en silencio
viendo se contradicen a sí mismos,
y evitan admitir puro vacío;
y mientras huyen las dificultades
se apartan del camino verdadero.
El vacío quitado, no reparan
que debe condensarse todo cuerpo,
y no formar mas que uno, cuyas partes
condensadas no pueden escaparse
como el calor y luz arroja el fuego:
luego de partes densas no se forman.
Porque si en defender ellos se
obstinan
se apagan y se mudan, a la nada
el fuego elemental reducirían,
y todo nacería de la nada;
no puede un cuerpo transmitir su
esencia
sin que deje de ser lo que antes era.
Deben, pues, conservar los elementos
del fuego aquella su naturaleza,
para que ni los cuerpos se aniquilen
ni
el gran todo renazca de la nada.
Mas aunque existen en naturaleza
algunos cuerpos de inmutable esencia,
que con aumentos o disminuciones
y con combinaciones diferentes
hacen cambiar la esencia de los
cuerpos,
no son éstos corpúsculos de fuego.
Añadir o quitar no importaría,
ni cambiarles el orden, pues de fuego
tendrían todos la naturaleza,
y del fuego los cuerpos se
engendraran.
Así es como yo pienso que se forman:
existen ciertos cuerpos, cuyo
encuentro,
figura, situación y movimiento
y orden forman el fuego; trastornados,
su esencia mudan. Estos elementos
ni son fuego, ni otra cosa alguna
que pueda enviar cuerpos al sentido
y palparlos el tacto si se arriman.
Decir que todo lo compone el fuego,
y que éste es el principio de las
cosas,
que es lo mismo que Heráclito
establece,
me parece locura consumada.
Ataca los sentidos por sí mismos,
los destruye y nos roba la creencia
que pende de los mismos por los cuales
el fuego conoció, pues se persuade
que conocen el fuego los sentidos,
y lo demás no cree que es tan claro;
muy necio y delirante me parece.
¿Adónde la verdad encontraremos?
¿Quién mejor que el sentido puede
hacernos
lo falso distinguir y verdadero?.
¿Por qué, pues, quitará alguno los
cuerpos,
dejando por principio sólo el fuego,
o quitándole a éste su existencia,
los demás cuerpos dejará tan solo?.
Uno y otro parece igual delirio.
Este hermoso poema, (aunque confuso y lleno
de metáforas), refleja el pensamiento no solo de Heráclito, también de
Lucrecio, cabe anotar que el término vacío, hacía referencia para los atomistas, al espacio en el cual se movían los átomos.
Debido a su lenguaje confuso y su
condición de misántropo (Persona que odia la sociedad), Heráclito fue llamado "el oscuro", además en sus obras, juzgaba y recriminaba las aptitudes del ser
humano, la forma en que las personas vivían, relegadas en su propio mundo, incapaces de ver
la realidad, escuchar o
hablar.
El pensamiento griego es muy interesante
aunque complejo, su forma de razonar nos llevan a mundos reales y metafísicos,
y así como el fuego fue considerado como el principio de las cosas, otros
pensadores de corte sustancialista, le dieron importancia a la interacción
entre 4 elementos (fuego, agua, aire y tierra).
Quiero rescatar del pensamiento de Heráclito,
su visión de la armonía invisible de las cosas,
“lo contradictorio no se separa se
complementa”.